Después de escudriñar en la dolorosa y aciaga vida de Franz Kafka…
les dejo una interesante nota.
Seis de las novias de Kafka. Arriba, desde la izquierda, Felice Bauer, Hedwig Weiler y Julie Wohryzek. Abajo, Grete Bloch, Dora Diamant y Milena Jesenská
13. Miedo al compromiso, adicto al sexo. Temeroso hasta la neurosis del efecto que provocaba en los demás, que consideraba nefasto, las relaciones personales nunca fueron lo suyo. Ardía en deseos sexuales pero temía fallar en la cama. Era encantador, sensible e inteligente, pero le paralizaba la inhibición que sufría ante las mujeres:
Soy espiritualmente incapaz de casarme. Desde el momento en que me comprometo, sufro insomnio, dolores de cabeza, me desespero, ni siquiera vivo y ando todo el día dando tumbos de un lado a otro.
Estuvo comprometido dos veces con Felice Bauer (1867-1960), con quien mantenía sobre todo relaciones epistolares, y una vez con Julie Wohryzek, una empleada de hotel.
A la primera remitió alguna de las más descarnadas de las cartas que escribió a sus novias [han sido reeditadas por Nórdica]:
Yo perdería mi soledad, que en su mayor parte es horrible, y te ganaría a ti, a quien amo más que ningún otro ser (…) En cambio tú perderías tu vida tal como la has llevado hasta el momento, vida con la que te sientes satisfecha casi por completo (…) En lugar de esta nada despreciable pérdida ganarías un hombre enfermo, débil, insociable, taciturno, triste, rígido, casi desprovisto de toda esperanza, cuya tal vez única virtud consiste en que te quiere.
Más tarde, su amor por Milena Jesenská (1896-1944) también se vio frustrado. La salud precaria volvía a aparecer como disfraz del miedo en las cartas [editadas en español por Alianza]:
Reflexione, además Milena, en qué condiciones me acerco a usted, que viaje de treinta y ocho años hay detrás de mí (y un viaje mucho más largo todavía , porque soy judío), y cómo, al tomar una curva aparentemente causal del camino, la veo, cuando no esperaba verla, y menos aún tan definitivamente tarde, entonces Milena, no puedo gritar, ni tampoco grita nada en mí, ni siquiera digo mil tonterías, porque no están en mí, y quizá sólo advierto que estoy arrodillado al ver que sus pies están ante mis ojos y al acariciarlos (…) Estamos jugando a un juego infantil, yo me arrastro por la sombra, de un árbol a otro, estoy en pleno camino, usted me llama, me señala los peligros, quiere darme ánimos, se desespera al ver mi paso inseguro, me recuerda la seriedad del juego (…) Estoy mentalmente enfermo, la enfermedad de los pulmones no es más que un desbordamiento de la enfermedad mental.
Años después, Milena, decidida, valiente, casi temeraria, se comprometió con la lucha clandestina contra los nazis durante la ocupación de Checoslovaquia. Pese a que no tenía origen judío, cosía en sus abrigos la cruz amarilla identificativa y se paseaba por Praga.
Fue detenida por la Gestapo en noviembre de 1939 y encerrada en Ravensbrück, donde trabajó como enfermera y murió tras una infección renal en 1944.
La última novia de Kafka fue Dora Diamant (1858-1952), una chica polaca de izquierdas a la que conoció en un balneario y con quien vivió en Berlín, feliz, yendo a la compra, charlando con los paisanos y alejado —la mejor de las terapias— de las dependencias familiares.
Ella dejó escrito uno de los testimonios más enternecedores sobre el escritor, Mi vida con Franz Kafka [PDF]:
Kafka tenía que escribir porque la escritura era el aire que necesitaba para vivir. Lo respiraba los días en los que escribía. Cuando se dice que estuvo escribiendo durante catorce días, significa que no paró de hacerlo durante catorce días y catorce noches. Por lo general, antes de empezar, deambulaba torpe y descontento por la casa. Entonces hablaba poco, comía sin apetito, no se interesaba por nada y se mostraba muy abatido (…) Como no estaba seguro de la mayoría de las cosas de la vida, se expresaba con mucha prudencia. Sin embargo, cuando se trataba de literatura no transigía y no estaba dispuesto a aceptar ningún compromiso, pues toda su existencia se veía afectada por ella. No sólo quería ir al fondo de las cosas… Él mismo estaba en el fondo.
Tras el ascenso de Hitler al poder, Diamant se casó con el editor del diario comunista Bandera Roja —un periodista que sería víctima de las purgas de Stalin en la URSS—. Ella logró escapar al Reino Unido, donde la internaron como “extranjera enemiga” en un campo de detención. Durante toda su vida siguió presentándose como “la mujer de Franz Kafka, el escritor”.